Tuvimos el agrado de ser invitados por la Revista Semana para exponer nuestra visión del mercado inmobiliario en un escenario postpandemia. Aquí la columna original:
La pandemia que originó el Covid-19 ha representado para la mayoría de las personas una experiencia negativa. No obstante, hay un porcentaje nada despreciable de colombianos que le atribuimos aspectos positivos en nuestras vidas.
Entre ellos, hay que subrayar la oportunidad de reflexionar sobre la vida, de pasar más tiempo en familia y de darle un respiro al medio ambiente. Así mismo, las nuevas dinámicas del mercado inmobiliario, motivadas en parte por la imposición del teletrabajo.
Muchos empresarios están evidenciando incrementos en la productividad de sus empleados debido a que ya no desperdician horas del día en trancones para llegar a la empresa. Ese tiempo lo agradecen y lo invierten para mejorar sus resultados. De hecho, están encontrando minutos extra para hacer ejercicio, almorzar en calma o compartir con los hijos. La crisis sanitaria está incorporando cambios en las vidas de las personas, y en consecuencia, en los espacios que habitan.
Hasta hace unos meses las familias le asignaban mayor relevancia a la ubicación, mientras que hoy en día, lo importante es adquirir más área para instalar una oficina, disfrutar de una terraza al aire libre o contactarse con la naturaleza. Esta es una de las razones que explica la reactivación de la sabana de Bogotá y el nororiente antioqueño, por ejemplo.
Hay personas que descubrieron en la pandemia nuestra vulnerabilidad como especie y quieren gastar sus ahorros hoy para comprar la casa de sus sueños, que invertir el dinero para ver frutos en un mañana cada vez más incierto. Otro tanto está vendiendo su propiedad para viajar más liviano, sin la presión de unas cuotas hipotecarias. Las nuevas generaciones, por su lado, están redefiniendo el concepto de familia y eso conlleva cambios en el diseño de los proyectos de vivienda.
El segmento corporativo no se escapa: miles de comercios pequeños y medianos cerraron locales comerciales y potencializaron su presencia en Internet. Gracias a la pandemia, encontraron forzosamente una alternativa para disminuir gastos operativos e incrementar ventas. Los empresarios redujeron espacios de oficina y mandaron los funcionarios de las áreas administrativas a la casa. Y si bien este contexto aumenta la eficiencia y productividad, las noticias para los propietarios de este tipo de inmuebles no son alentadoras. Como en todo juego de oferta y demanda, hay ganadores y perdedores.
El sector constructor está aprovechando los programas de subsidios del gobierno para mover sus inventarios y de paso desarrollar proyectos innovadores afines a las necesidades de los compradores de la pospandemia. Actualmente hay programas con fuertes inyecciones de capital que están generando empleo directo, indirecto y oportunidades a otros integrantes de la cadena de producción. La crisis está obligando a los constructores a innovar y eso es positivo para la competitividad del país y los compradores de finca raíz. Un claro ejemplo es la velocidad con la que cambiaron las necesidades de vivienda nueva; antes de la pandemia la prioridad para una familia era un edificio con piscina, gimnasio, turco y jacuzzi. Hoy, esas áreas comunes son sinónimo de peligro. La innovación ya no es un lujo, es un requerimiento.
En el medio estamos los brókers y agencias inmobiliarias gestionando transacciones a volúmenes nunca antes vistos y ofreciendo servicios sobre estrictos protocolos de bioseguridad. Hay desafíos que nos motivan y nuevos procesos que nos ayudan a ser mejores. La tecnología, por ejemplo, ha jugado un rol preponderante: las presentaciones de los inmuebles se hacen ahora a través de un realidad aumentada, formatos 360º, códigos QR o videos de alta calidad. Los compradores ya no inician su proceso recorriendo las calles y tomando avisos de ventana; ahora lo hacen a través de Google o portales inmobiliarios como La Haus. La posventa, o trámites de cierre, se hacen virtualmente, no bajo el yugo de agotadoras filas en bancos, notarías y entidades del distrito. ¡Bendita pandemia!.
Quienes no bendicen el contexto actual son las entidades financieras y las aseguradoras. Los primeros han tenido que extender sus alivios a más de 12 millones de personas y ver en paralelo un creciente aumento en su cartera morosa. Las aseguradoras, por su lado, están reconociendo pérdidas originadas por las reclamaciones de arrendadores respecto a los incumplimientos de sus inquilinos.
¿Ha tenido la pandemia un impacto en los precios del metro cuadrado? Es muy prematuro dar por sentado una corrección a la baja en los próximos meses. El Índice de la Vivienda Usada, un indicador calculado por el Banco de la República a través de los avalúos de los préstamos de vivienda de las entidades financieras, no arroja resultados que nos adviertan escenarios pesimistas. Lo que sí se puede dar por sentado, es que hay sobre oferta de oficinas y locales, y una amplia demanda de inmuebles residenciales con terrazas, estudios, y zonas verdes. De continuar esa tendencia, habrá naturalmente un movimiento en los precios del mercado.